La noche del 27 de septiembre de 2025, el Estadio GNP se convirtió en el escenario de un espectáculo inolvidable, donde la banda mexicana Zoé deslumbró a sus seguidores con un repertorio que abarcó sus más grandes éxitos. A pesar de la lluvia que amenazaba con arruinar la velada, los fanáticos se armaron de impermeables y bolsas plásticas, dispuestos a disfrutar de un concierto que prometía ser un viaje emocional a través de la música.
La atmósfera en el estadio era electrizante. Con aproximadamente 60,000 asistentes, el lugar se iluminó con un mar de pantallas de celulares, que, en un irónico giro, buscaban desconectarse mientras capturaban cada momento del show. Desde el primer acorde, la banda logró transportar a su audiencia a un tiempo donde la música se disfrutaba de manera más pura, sin distracciones digitales. La voz de León Larregui resonó en el aire, evocando recuerdos de un pasado que muchos guardan con cariño.
La apertura del concierto estuvo a cargo de Hello Seahorse!, que preparó el terreno para la llegada de Zoé. A las 21:47 horas, el público estalló en vítores cuando la banda finalmente apareció en el escenario, iluminado por luces de colores y proyecciones que evocaban la portada de su emblemático álbum «Memo Rex Commander». La silueta del famoso “monito” se proyectó, marcando el inicio de una noche que prometía revivir viejos recuerdos.
**Un Recorrido por los Clásicos de Zoé**
El setlist de la noche fue un viaje nostálgico a través de los años. Comenzaron con “Memorex”, seguida de “Vinyl” y “Vía Láctea”, que desató una ovación ensordecedora. La conexión entre la banda y el público era palpable; cada canción era recibida con gritos y aplausos, como si cada nota fuera un recordatorio de momentos significativos en la vida de los asistentes. La lluvia, que había sido una preocupación constante, se convirtió en un mero telón de fondo ante la energía desbordante de la música.
Larregui, con su carisma habitual, interactuó con el público, agradeciendo el cariño y la lealtad de sus seguidores. «Gracias Tláloc, dejó de llover… está un poco mojado todo, pero no importa», bromeó, generando risas y aplausos. La banda continuó con “No me destruyas”, creando un ambiente que oscilaba entre la intimidad y la explosión de emociones. La combinación de luces, visuales y la fuerza de las canciones hizo que el público se sumergiera en una experiencia sensorial única.
A medida que avanzaba la noche, la banda no escatimó en ofrecer un repertorio generoso. Clásicos como “Labios rotos” y “Azul” fueron interpretados con una frescura que sorprendió a los asistentes, quienes coreaban cada letra con fervor. La inclusión de “Rexsexex”, su más reciente sencillo, fue un guiño a la evolución musical de Zoé, mostrando que, a pesar del paso del tiempo, la banda sigue siendo relevante y capaz de conectar con nuevas generaciones.
**La Experiencia Visual y Sonora**
El espectáculo no solo se limitó a la música; la producción visual fue un elemento clave que elevó la experiencia del concierto. Tres pantallas gigantes flanqueaban el escenario, proyectando imágenes psicodélicas y siluetas de los músicos que complementaban la atmósfera del show. La central, un lienzo cambiante, alternaba entre rayos, figuras abstractas y estallidos de color, creando un entorno hipnótico que mantenía a la audiencia cautivada.
La banda, aunque no se movía mucho en el escenario, logró mantener la atención del público a través de su música y la atmósfera creada. Sergio Acosta en la guitarra, Jesús Báez en los teclados, Ángel Mosqueda en el bajo y Rodrigo Guardiola en la batería, cada uno aportó su talento para construir un sonido que resonaba en el corazón de los presentes. La combinación de sus habilidades musicales y la energía del público creó un ciclo de retroalimentación que hizo que la noche fuera mágica.
A medida que el concierto llegaba a su clímax, el coro de los fanáticos se convirtió en un rugido colectivo, un testimonio del impacto que Zoé ha tenido en la vida de sus seguidores. La conexión emocional entre la banda y su audiencia fue evidente; cada canción era un recordatorio de que la música tiene el poder de unir a las personas, incluso en medio de la adversidad.
La noche culminó con una explosión de energía y emoción, dejando a los asistentes con una sensación de satisfacción y nostalgia. A pesar de la lluvia y los desafíos, el concierto de Zoé en el Estadio GNP se convirtió en un hito memorable, un recordatorio de que la música es un refugio y una forma de expresión que trasciende el tiempo y el espacio.
