La ciudad de Uruapan, en Michoacán, fue escenario de una masiva manifestación el 7 de noviembre de 2025, donde miles de ciudadanos salieron a las calles para exigir justicia por el asesinato del alcalde Carlos Manzo. Este trágico evento ha encendido la indignación de la población, que no solo clama por respuestas sobre el crimen, sino que también critica la inacción del gobierno estatal y federal en la lucha contra la violencia que ha azotado a la región.
La marcha, que comenzó en la mañana y se extendió por varias calles del municipio, reunió a una multitud que coreaba consignas como «Él no murió, el gobierno lo mató». Este grito resonó con fuerza entre los asistentes, quienes consideran que la falta de acción del gobierno fue un factor determinante en el asesinato de Manzo. La atmósfera de la manifestación estaba cargada de enojo y frustración, reflejando el descontento generalizado hacia las autoridades locales y estatales.
Los participantes, muchos de ellos vistiendo camisetas blancas con la imagen del alcalde fallecido, marcharon en un ambiente pacífico, aunque con una fuerte presencia de la Guardia Nacional y la Guardia Civil Michoacana, quienes fueron desplegados para garantizar la seguridad durante el evento. Sin embargo, la vigilancia no logró calmar los ánimos de los manifestantes, quienes exigían la renuncia del gobernador Alfredo Hernández Bedolla, a quien acusan de ineptitud y complicidad en el contexto de la creciente violencia en la región.
La figura de Carlos Manzo ha cobrado un nuevo significado tras su muerte. Durante la marcha, una de las oradoras fue Raquel Ceja, abuela del alcalde, quien, visiblemente afectada, recordó la valentía de su nieto y su compromiso con la comunidad. «Mátenme a mí, no les tengo miedo», clamó, encapsulando el espíritu de lucha que caracteriza a muchos de los asistentes.
La manifestación no solo fue un llamado a la justicia por el asesinato de Manzo, sino también una demanda de paz y seguridad en Uruapan. Los ciudadanos expresaron su deseo de que el gobierno tome medidas efectivas para combatir la violencia que ha asolado a la región, y que ha dejado a muchas familias en el dolor y la incertidumbre.
### La Respuesta del Gobierno y la Crítica Ciudadana
A pesar de la magnitud de la marcha y el clamor popular, la respuesta del gobierno ha sido considerada insuficiente por los ciudadanos. La administración estatal, encabezada por Alfredo Hernández Bedolla, ha prometido revisar y mejorar las estrategias de seguridad, pero muchos uruapenses sienten que estas promesas son vacías y llegan demasiado tarde. La falta de acción efectiva ha llevado a la población a cuestionar la capacidad del gobierno para garantizar su seguridad y bienestar.
Las críticas no solo se dirigen hacia el gobernador, sino también hacia la presidenta Claudia Sheinbaum, quien ha sido acusada de desinterés en la situación de Uruapan. Los manifestantes consideran que el gobierno federal también tiene una responsabilidad en la crisis de seguridad que enfrenta la región. La ausencia de un plan claro y efectivo para abordar la violencia ha alimentado la desconfianza de los ciudadanos hacia sus líderes.
La situación en Uruapan es un reflejo de un problema más amplio que afecta a muchas comunidades en México, donde la violencia y la impunidad han creado un clima de miedo y desesperanza. La marcha del 7 de noviembre es un recordatorio de que la población no está dispuesta a permanecer en silencio ante la injusticia y que la lucha por la paz y la seguridad es una prioridad para muchos.
### La Importancia de la Participación Ciudadana
La masiva participación en la marcha de Uruapan subraya la importancia de la movilización ciudadana en la lucha por la justicia y la rendición de cuentas. Los uruapenses han demostrado que están dispuestos a alzar la voz y exigir cambios, no solo en respuesta a la tragedia del asesinato de su alcalde, sino también en defensa de su derecho a vivir en un entorno seguro y pacífico.
La movilización social es un componente esencial en la construcción de una democracia sólida. A través de la protesta pacífica, los ciudadanos pueden expresar sus preocupaciones y presionar a sus líderes para que tomen medidas concretas. La marcha en Uruapan es un ejemplo de cómo la comunidad puede unirse en torno a un objetivo común y exigir un cambio significativo.
La figura de Carlos Manzo, que se ha convertido en un símbolo de la lucha por la justicia en Uruapan, representa la necesidad de que los líderes locales estén comprometidos con el bienestar de sus comunidades. La participación activa de los ciudadanos en la política y la vigilancia sobre las acciones de sus gobernantes son fundamentales para garantizar que se escuchen sus voces y se tomen en cuenta sus necesidades.
La marcha del 7 de noviembre no solo fue un acto de conmemoración por el alcalde asesinado, sino también un llamado a la acción para todos los ciudadanos de Uruapan y de México. La lucha por la justicia y la paz es una responsabilidad compartida que requiere la participación activa de todos, desde los líderes hasta los ciudadanos comunes. La historia de Uruapan y su lucha por la justicia es un recordatorio de que el cambio es posible cuando las comunidades se unen y exigen lo que es justo.