El reciente concierto de Natanael Cano en la Feria de San Marcos ha generado un gran revuelo, especialmente por su decisión de interpretar narcocorridos a pesar de las restricciones impuestas por las autoridades locales. Este evento, que tuvo lugar en el palenque de la feria, se convirtió en un escenario de controversia cuando el cantante, conocido por su estilo provocador, decidió desafiar las normas establecidas. Desde el inicio de su actuación, Cano dejó claro que no tenía intención de acatar las prohibiciones, afirmando con desdén: «A mí me vale». Esta declaración resonó entre los asistentes, quienes lo animaron a cantar temas que habían sido vetados por las autoridades.
Uno de los momentos más destacados de la noche fue cuando Cano interpretó «Pacas de billetes», una canción que hace referencia al famoso narcotraficante Joaquín «El Chapo» Guzmán. A pesar de que los organizadores intentaron controlar el volumen de su actuación, el artista continuó con su propio sistema de audio, desafiando así las advertencias de las autoridades. La situación se tornó aún más tensa cuando el público le pidió que cantara «Cuerno azulado», a lo que el sonorense respondió con sarcasmo: «Esa pídanla a su gobierno». Esta interacción no solo mostró la actitud desafiante de Cano, sino que también reflejó la tensión existente entre los artistas y las regulaciones impuestas por las autoridades.
El operativo de seguridad durante el evento fue notable, con la presencia de elementos estatales y federales que escoltaron al cantante antes y después de su presentación. Esta medida se tomó en respuesta a las advertencias del fiscal del estado, quien había mencionado que Cano podría enfrentar consecuencias legales, incluyendo la detención, si decidía interpretar música que hiciera apología al delito. Sin embargo, a pesar de las amenazas, el artista logró llevar a cabo su show sin incidentes mayores, lo que ha dejado a muchos cuestionando la efectividad de las regulaciones en torno a la música de este género.
La controversia en torno a los narcocorridos no es un fenómeno nuevo en México. Este género musical ha sido objeto de debate durante años, ya que muchos lo consideran una glorificación de la violencia y el crimen organizado. Sin embargo, para otros, los narcocorridos son una forma de expresión cultural que refleja la realidad de muchas comunidades en el país. La actuación de Cano en la Feria de San Marcos ha reavivado este debate, poniendo de relieve la lucha entre la libertad de expresión artística y las preocupaciones sobre la seguridad pública.
En contraste con la actitud de Natanael Cano, otros artistas, como Eduin Caz y Grupo Firme, optaron por no interpretar corridos en el mismo recinto, mostrando un respeto por las reglas impuestas. Esta decisión ha generado un diálogo sobre la responsabilidad de los artistas en la promoción de ciertos mensajes a través de su música. Mientras algunos eligen desafiar las normas, otros prefieren mantenerse dentro de los límites establecidos, lo que plantea preguntas sobre la ética en la industria musical.
La Feria de San Marcos, uno de los eventos más importantes de México, se ha visto envuelta en polémicas en los últimos años, especialmente en lo que respecta a la seguridad y la violencia asociada con el narcotráfico. La presencia de figuras como Natanael Cano en este tipo de eventos puede ser vista como un reflejo de la cultura popular actual, donde la música y el crimen a menudo se entrelazan. Sin embargo, también plantea interrogantes sobre el papel de las autoridades en la regulación de la música y la cultura popular en general.
A medida que la controversia continúa, tanto el cantante como las autoridades locales han mantenido un silencio notable sobre el tema. Esto deja a muchos en la comunidad artística y al público en general preguntándose cuál será el futuro de los narcocorridos en eventos públicos y cómo se manejarán las regulaciones en torno a este género musical. La situación en la Feria de San Marcos es solo un ejemplo de un problema más amplio que enfrenta la sociedad mexicana, donde la música, la cultura y la violencia a menudo chocan en un escenario público.