La Sala Nezahualcóyotl de la Universidad Nacional Autónoma de México se convirtió en un espacio de esperanza y solidaridad el pasado 20 de junio, durante la celebración del Palomazo 2025: Música en Solidaridad. Este evento, organizado en el marco del Día Mundial del Refugiado, reunió a artistas y ciudadanos con el objetivo de visibilizar la difícil situación que enfrentan miles de personas forzadas a abandonar sus hogares debido a la violencia, el conflicto y la persecución. La Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) fue la encargada de dar voz a esta causa, buscando movilizar la empatía y el apoyo a través del arte sonoro.
La noche estuvo marcada por la energía y el ritmo del grupo Gran Sur, que ofreció un repertorio variado que fusiona rock, pop, blues y música tradicional mexicana. Con temas que abordan el amor, el desamor y la memoria de los desaparecidos, la banda logró conectar emocionalmente con el público, que llenó dos tercios del recinto. Entre las canciones más destacadas se encontraba «Antes de que nos olviden», un himno que resonó profundamente en el corazón de los asistentes, especialmente cuando fue interpretado junto a Leonardo de Lozanne, ex vocalista de Fobia.
La velada no solo fue un espectáculo musical, sino también un llamado a la reflexión. Javier Risco, representante de Acnur en México, instó a los presentes a practicar la «otredad», un ejercicio que invita a imaginar la vida de los demás para construir un mundo más humano. Risco enfatizó la importancia de entender los miedos y las luchas de quienes buscan asilo en México, un país que actualmente se encuentra entre los diez principales destinos para solicitantes de refugio a nivel mundial. En los últimos cinco años, más de 500,000 personas han solicitado asilo en el país, cada una con su propia historia de sufrimiento y esperanza.
Entre las historias que resonaron en la sala, se destacó la de Giovanni, un enfermero haitiano que dejó su país tras recibir amenazas a su vida, y la de Adela, una madre centroamericana que huyó del peligro que representaban las bandas criminales para su hijo. Estas narrativas personales fueron el hilo conductor de la noche, recordando a todos los asistentes la urgencia de actuar y apoyar a quienes se encuentran en situaciones vulnerables.
### La Música como Herramienta de Conciencia
La música ha sido históricamente un vehículo poderoso para la protesta y la solidaridad. En este evento, se demostró cómo el arte puede ser un medio efectivo para generar conciencia sobre problemas sociales críticos. Gran Sur, junto a otros artistas invitados como Andrea Echeverri de Aterciopelados y la cantautora Vivir Quintana, ofrecieron un espectáculo que no solo entretuvo, sino que también educó y sensibilizó al público sobre la crisis de los refugiados.
Durante el concierto, se interpretaron temas que evocan la lucha y la resistencia, así como la esperanza de un futuro mejor. La participación de músicos refugiados, como los violinistas Florángel Cuicas y Sayd Hortúa, también fue un recordatorio de que el arte trasciende fronteras y puede unir a personas de diferentes orígenes en una causa común. La música se convirtió en un lenguaje universal que permitió a los asistentes conectar con las historias de aquellos que han tenido que dejar todo atrás en busca de seguridad y dignidad.
Además, la velada sirvió para resaltar la importancia de la asistencia humanitaria en un contexto donde los recortes a la ayuda están afectando gravemente a las personas refugiadas. Risco advirtió que la reducción de recursos destinados a la asistencia humanitaria pone en riesgo la vida de miles de personas que dependen de esta ayuda para sobrevivir. Este mensaje resonó con fuerza entre los asistentes, quienes fueron instados a no solo disfrutar de la música, sino también a involucrarse activamente en la defensa de los derechos de los refugiados.
### Un Llamado a la Acción
El Palomazo 2025 no fue solo un evento musical, sino un llamado a la acción. La combinación de arte y activismo busca inspirar a la sociedad a involucrarse en la lucha por los derechos de los refugiados y a contribuir a la construcción de un mundo más justo y solidario. La música, en este contexto, se convierte en un poderoso aliado que puede movilizar a las personas, generar empatía y fomentar un sentido de comunidad.
La velada concluyó con un sentido de unidad y esperanza, recordando a todos los presentes que, a través de la música y la solidaridad, es posible hacer una diferencia en la vida de quienes más lo necesitan. La lucha por los derechos de los refugiados continúa, y eventos como este son fundamentales para mantener viva la llama de la empatía y la acción social.