La reciente elección presidencial en Bolivia ha generado un amplio debate sobre la importancia de la unidad en los movimientos progresistas de América Latina. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, ha utilizado este evento como un punto de referencia para instar a su propio movimiento, el Movimiento de Transformación, a mantener la cohesión y evitar divisiones que puedan debilitar su fuerza ante el electorado. La victoria del candidato centroderechista Rodrigo Paz, que pone fin a dos décadas de gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS), ha sido interpretada como una consecuencia directa de la fragmentación del progresismo en el país andino.
La situación en Bolivia es un claro ejemplo de cómo las divisiones internas pueden llevar a la pérdida de poder y apoyo popular. La presidenta Sheinbaum, en su conferencia matutina, enfatizó que «cuando te divides, pierdes fuerza con la gente, con el pueblo». Esta afirmación resuena profundamente en un contexto donde la cohesión y la unidad son esenciales para enfrentar los desafíos políticos y sociales que enfrenta la región.
El MAS, que ha sido un pilar del progresismo en Bolivia durante los últimos 20 años, se ha visto envuelto en conflictos internos, especialmente entre su líder histórico, Evo Morales, y el presidente saliente, Luis Arce. Esta lucha de poder ha debilitado la imagen del partido y ha permitido que fuerzas opositoras, como la de Rodrigo Paz, capitalicen el descontento popular. La presidenta mexicana ha señalado que esta división es una lección para otros movimientos progresistas en la región, sugiriendo que la unidad es fundamental para mantener la relevancia y el apoyo de la ciudadanía.
La importancia de la unidad en el progresismo no es un tema nuevo, pero la situación actual en Bolivia pone de relieve la urgencia de este mensaje. En un continente donde las desigualdades sociales y económicas son palpables, los movimientos de izquierda deben encontrar formas de consolidarse y presentar una frente unido ante los desafíos que enfrentan. La fragmentación no solo debilita a los partidos, sino que también puede llevar a la desilusión de los votantes, quienes buscan alternativas viables que representen sus intereses y aspiraciones.
### La Fragmentación del Progresismo en América Latina
La historia reciente de América Latina está marcada por la alternancia entre gobiernos de izquierda y de derecha, y la fragmentación de los movimientos progresistas ha sido un factor recurrente en este ciclo. En muchos países, las luchas internas han llevado a la creación de múltiples facciones que, en lugar de colaborar, compiten entre sí, debilitando así su capacidad de respuesta ante las políticas neoliberales y conservadoras que han resurgido en la región.
En el caso de Bolivia, la división entre Morales y Arce ha sido un punto crítico. Morales, quien fue presidente durante casi 14 años, dejó un legado de políticas sociales que beneficiaron a amplios sectores de la población, pero su salida del poder también dejó un vacío que no ha sido fácilmente llenado. Arce, aunque continuó con algunas de las políticas de su predecesor, no logró mantener la misma cohesión dentro del partido, lo que permitió que la oposición se reagrupara y presentara una alternativa atractiva para los votantes.
La experiencia boliviana refleja un patrón que se ha visto en otros países de la región, donde la falta de unidad ha permitido que los partidos de derecha capitalicen el descontento popular. En Argentina, por ejemplo, la fragmentación del kirchnerismo ha llevado a la pérdida de elecciones clave, mientras que en Brasil, la división entre diferentes corrientes de la izquierda ha facilitado el ascenso de líderes de derecha como Jair Bolsonaro.
La necesidad de una estrategia unificada es más urgente que nunca. Los movimientos progresistas deben aprender de los errores del pasado y encontrar formas de colaborar y construir alianzas que les permitan enfrentar los desafíos actuales. Esto no solo implica la creación de plataformas políticas comunes, sino también el establecimiento de diálogos abiertos y constructivos entre diferentes corrientes ideológicas dentro de la izquierda.
### La Llamada a la Unidad de Claudia Sheinbaum
La presidenta mexicana ha hecho un llamado claro a su movimiento para que evite caer en la trampa de la división. En su discurso, subrayó que la unidad es esencial para mantener la fuerza y el apoyo del pueblo. Este mensaje es particularmente relevante en un momento en que el Movimiento de Transformación se enfrenta a sus propios desafíos internos y externos.
Sheinbaum ha enfatizado que la cohesión no solo es importante en términos de estrategia electoral, sino también para la implementación de políticas que beneficien a la población. La fragmentación puede llevar a una falta de dirección y a la incapacidad de llevar a cabo reformas necesarias que aborden las desigualdades y problemas sociales que afectan a millones de personas.
Además, la presidenta ha señalado que la unidad no debe ser vista como una mera estrategia electoral, sino como un principio fundamental que debe guiar todas las acciones del movimiento. Esto implica un compromiso genuino con la construcción de un espacio político inclusivo, donde se escuchen y se respeten las voces de todos los sectores de la sociedad.
La experiencia de Bolivia y el llamado a la unidad de Sheinbaum son recordatorios de que, en la política, la cohesión es clave para el éxito. Los movimientos progresistas deben encontrar formas de superar sus diferencias y trabajar juntos hacia un objetivo común: mejorar la vida de las personas y construir sociedades más justas e igualitarias. La historia ha demostrado que la división solo conduce a la debilidad, mientras que la unidad puede ser la fuerza que impulse el cambio social y político en América Latina.