La rabia es una de las enfermedades más antiguas y mortales que se conocen, con un impacto significativo en la salud pública a nivel mundial. Transmitida principalmente a través de la mordedura de animales infectados, esta infección ataca el sistema nervioso central, provocando síntomas devastadores como agresividad, confusión y miedo al agua. A pesar de la existencia de vacunas preventivas y tratamientos de emergencia, la rabia sigue siendo casi siempre letal una vez que aparecen los primeros síntomas. En este contexto, surge la pregunta: ¿es posible curar la rabia?
### La naturaleza letal de la rabia
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), no existe una cura para la rabia una vez que los síntomas clínicos se manifiestan. La enfermedad es prevenible, pero una vez que el virus alcanza el sistema nervioso central, el desenlace es casi siempre mortal. La rabia es causada por un virus que se transmite principalmente a través de la saliva de animales infectados, especialmente de especies silvestres. Tras ingresar al organismo por una mordedura o rasguño, el virus puede permanecer en incubación durante semanas o incluso meses, sin manifestar signos visibles. Sin embargo, una vez que logra alcanzar el cerebro, puede desencadenar alteraciones graves en el comportamiento, alucinaciones, parálisis y, finalmente, la muerte.
La rabia puede adoptar dos formas distintas: la «rabia furiosa» y la «rabia paralítica». En la rabia furiosa, los infectados presentan signos de hiperactividad, alucinaciones, falta de coordinación, y desarrollan hidrofobia, que es el miedo al agua. Por otro lado, la rabia paralítica, que representa aproximadamente el 20% de los casos humanos, es una evolución menos grave y más prolongada, donde los músculos del paciente se paralizan gradualmente, llevando a un coma lento y eventual muerte.
### Impacto del virus en el comportamiento
Investigaciones recientes han demostrado que la rabia es un virus neurotrópico que causa cambios drásticos en el comportamiento de los animales infectados, incluidos los humanos. Un estudio realizado por investigadores de universidades de China y Estados Unidos explica que la replicación del virus de la rabia se lleva a cabo a través de procesos celulares de autofagia y apoptosis, lo que provoca una encefalitis viral fatal en diversas especies huésped. Esta inflamación del cerebro es lo que lleva a los síntomas neurológicos graves, como alteraciones conductuales severas.
El virus afecta principalmente a las neuronas, que son células especializadas del sistema nervioso encargadas de recibir, procesar y transmitir información. Sin embargo, también hay evidencia de que puede infectar astrocitos y microglía, lo que complica aún más su tratamiento y comprensión.
### La conexión cultural: ¿de la rabia a los zombis?
El concepto del zombi tiene raíces culturales mucho más antiguas, especialmente en las tradiciones del vudú haitiano. Sin embargo, la ciencia y la cultura popular moderna han encontrado un paralelismo entre esta figura de ficción y la rabia. Los síntomas avanzados de la rabia, como la agresividad extrema, la confusión mental, los espasmos musculares y la incapacidad para tragar, que provoca la característica hidrofobia, han sido descritos desde hace siglos con un tono casi sobrenatural. Estos comportamientos alterados, acompañados de la transmisión por mordedura de animales, encajan con la imagen del zombi moderno: un ser violento, sin control de sus actos y altamente contagioso.
Películas como «28 días después» o «Guerra Mundial Z» presentan zombis que se asemejan más a infectados rabiosos que a los muertos vivientes clásicos. Esta representación ha contribuido a la percepción pública de la rabia como una enfermedad que transforma a los seres vivos en criaturas violentas y descontroladas, lo que ha alimentado mitos y temores en torno a la enfermedad.
### Prevención y medidas a seguir
Aunque la rabia no puede curarse una vez que aparecen los primeros síntomas, las autoridades sanitarias resaltan la importancia de acudir al médico si se cree que se ha estado expuesto al virus. La muerte puede evitarse instaurando rápidamente medidas de profilaxis postexposición para que el virus no llegue al sistema nervioso central. Estas medidas incluyen lavar minuciosamente las heridas con agua y jabón durante al menos 15 minutos poco después de la mordedura, administrar la vacunación antirrábica completa y, si es indicado, administrar inmunoglobulina antirrábica o anticuerpos monoclonales en la herida.
La OMS advierte que la rabia causa al menos 60 mil muertes al año a nivel mundial, lo que subraya la importancia de tomar medidas preventivas, así como vacunar a los animales domésticos que pueden ser portadores de la enfermedad. La educación y la concienciación sobre la rabia son fundamentales para reducir su incidencia y proteger a las comunidades de esta enfermedad devastadora.