Las remesas enviadas por mexicanos que trabajan en el extranjero se han convertido en un pilar fundamental para la economía de los estados más empobrecidos de México. Según un estudio del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (Cemla), estas transferencias de dinero no solo representan una fuente crucial de ingresos, sino que también tienen un impacto significativo en el Producto Interno Bruto (PIB) de entidades como Chiapas, Guerrero, Michoacán y Oaxaca. En este contexto, es importante analizar cómo las remesas influyen en la calidad de vida de los hogares receptores y el desarrollo económico de estas regiones.
**El Rol de las Remesas en el PIB de los Estados Pobres**
Las remesas son, sin duda, una de las principales fuentes de ingresos en los estados que enfrentan mayores desafíos económicos. En Chiapas, por ejemplo, las remesas equivalen a un 14.3% de su PIB, mientras que en Guerrero representan el 13.6%. Michoacán y Oaxaca también dependen en gran medida de estas transferencias, con un 11.3% y un 9.8% de su PIB, respectivamente. Este fenómeno se observa en las entidades con menor PIB per cápita, donde las remesas juegan un papel crucial en el fortalecimiento del ingreso de los hogares.
El estudio de Cemla destaca que, en 2024, las remesas alcanzaron un monto récord de 64 mil 746 millones de dólares, lo que representa el 44% del gasto de consumo de los hogares que las reciben. Este ingreso no solo ayuda a cubrir necesidades básicas, sino que también permite a las familias invertir en educación, salud y otros aspectos que pueden mejorar su calidad de vida. En términos de consumo privado, las remesas equivalen a cinco puntos porcentuales, lo que subraya su importancia en la economía nacional.
**Desigualdades Regionales en el Acceso a Remesas**
A pesar de la relevancia de las remesas, existe una notable desigualdad en su distribución a lo largo del país. Las regiones del occidente y Bajío, que incluyen estados como Jalisco y Guanajuato, recibieron el 34.4% del ingreso por remesas, aunque solo generaron el 20.7% del PIB nacional. Esto indica que las áreas que más dependen de las remesas son precisamente aquellas que tienen un menor desarrollo económico.
Por otro lado, el ingreso por remesas en el sur del país supera el promedio nacional, lo que sugiere que las familias en estas regiones están más conectadas con sus familiares en el extranjero. Sin embargo, el ingreso de los hogares receptores en el norte de México es considerablemente menor, lo que plantea interrogantes sobre la equidad en el acceso a estos recursos. En Nuevo León, por ejemplo, las remesas solo representan el 0.9% de su PIB, mientras que en Sonora y Coahuila son del 1.4% y 2.1%, respectivamente.
El crecimiento de las remesas también ha sido notable en los últimos meses. En marzo de 2025, se registraron 5 mil 150 millones de dólares en remesas, lo que representa un aumento del 2.7% en comparación con el mismo mes del año anterior. Este crecimiento se ha visto impulsado por la precaución de los residentes en Estados Unidos, quienes envían más dinero a sus familias en México ante la incertidumbre económica y las medidas de vigilancia en la frontera.
**Desafíos y Oportunidades para el Futuro**
A pesar de los beneficios que las remesas aportan a la economía de los estados más pobres, también enfrentan desafíos significativos. La propuesta de un impuesto del 5% a las remesas en Estados Unidos ha generado preocupación entre los migrantes y sus familias, ya que podría afectar directamente su capacidad para enviar dinero a casa. Las autoridades mexicanas han calificado esta medida como discriminatoria y han señalado que violaría tratados internacionales.
Además, la política migratoria de Estados Unidos, especialmente bajo administraciones que han adoptado un enfoque más restrictivo, ha complicado aún más la situación. Las sanciones a ciudades santuario y el fortalecimiento de las medidas de deportación han creado un ambiente de incertidumbre para los migrantes, lo que podría impactar en el flujo de remesas en el futuro.
En este contexto, es fundamental que tanto el gobierno mexicano como las organizaciones de la sociedad civil trabajen en conjunto para proteger los derechos de los migrantes y garantizar que las remesas sigan siendo una fuente vital de ingresos para las familias en México. La creación de políticas que fomenten la inclusión financiera y el acceso a servicios bancarios para los receptores de remesas podría ser un paso positivo hacia la mejora de la calidad de vida en estas regiones.
Las remesas, por lo tanto, no solo son un recurso económico, sino también un vínculo emocional que une a las familias y comunidades, y su impacto va más allá de las cifras económicas. En un país donde la pobreza y la desigualdad siguen siendo desafíos persistentes, las remesas representan una oportunidad para el desarrollo y la mejora de las condiciones de vida de millones de mexicanos.