Uno de los grandes enigmas del fútbol mundial gira en torno a la playera que Pelé utilizó durante la final del Mundial de México 1970. Este evento no solo marcó un hito en la historia del deporte, sino que también dejó una serie de preguntas sin respuesta sobre el destino de una de las prendas más icónicas del fútbol. A pesar de que Pelé celebró su tercer título mundial en el Estadio Azteca, lo hizo sin la casaca que lo representaba, lo que ha llevado a especulaciones y afirmaciones de varios individuos que aseguran poseerla.
La final del Mundial de 1970, disputada el 21 de junio en el Estadio Azteca, fue un espectáculo inolvidable. Brasil se enfrentó a Italia y salió victorioso con un contundente 4-1, consolidando su legado en el fútbol internacional. Sin embargo, lo que muchos aficionados recuerdan no es solo el triunfo, sino la imagen de Pelé alzando el trofeo sin su famosa camiseta. Esta escena ha alimentado el misterio sobre el paradero de la playera que, según se dice, es una de las más valiosas en la historia del deporte.
A lo largo de los años, han surgido tres reclamantes que afirman tener la auténtica camiseta de Pelé. El primero en hacer esta afirmación fue Roberto Rosato, un futbolista italiano que aseguró que Pelé le entregó la camiseta tras el partido. Rosato, quien jugó en la selección italiana, ha mantenido su versión a lo largo de los años, aunque su historia ha sido objeto de controversia y escepticismo.
Por otro lado, Mario ‘Lobo’ Zagallo, el entrenador de la selección brasileña en ese Mundial, también ha declarado que posee la verdadera camiseta. Según Zagallo, Pelé se la entregó en un gesto de camaradería después de la victoria. Esta afirmación ha generado un debate entre los aficionados y expertos del fútbol, quienes se preguntan cómo es posible que dos personas diferentes reclamen la misma prenda.
Finalmente, Marcelo Chirol, un expreparador físico del Botafogo, ha entrado en la contienda, afirmando que él es el legítimo propietario de la camiseta. Chirol sostiene que, tras la confusión del momento, su padre se quedó con la camiseta y que él prefiere no revelar más detalles para proteger su posesión. Esta situación ha llevado a que la camiseta de Pelé se convierta en un objeto de deseo no solo para los coleccionistas, sino también para los aficionados al fútbol que ven en ella un símbolo de la grandeza del deporte.
La incertidumbre sobre la ubicación de la camiseta ha llevado a que una de las versiones de la prenda se subastara recientemente. Esta versión, que pertenecía a Rosato, fue vendida a un coleccionista por una suma que alcanzó cifras millonarias. Sin embargo, la autenticidad de esta camiseta sigue siendo cuestionada, lo que añade más leña al fuego de este intrigante misterio.
El impacto de la camiseta de Pelé va más allá de su valor monetario. Para muchos aficionados, representa un pedazo de historia del fútbol, un símbolo de la era dorada de Brasil en el deporte. La imagen de Pelé celebrando su tercer título mundial, sin su camiseta, ha quedado grabada en la memoria colectiva, y la búsqueda de la prenda se ha convertido en una especie de caza del tesoro para los amantes del fútbol.
A medida que se acerca el Mundial de 2026, el interés por la historia de Pelé y su camiseta sigue vivo. La figura de O Rei sigue siendo un referente en el mundo del fútbol, y su legado continúa inspirando a nuevas generaciones de jugadores y aficionados. La historia de la camiseta perdida es un recordatorio de la magia y el misterio que rodean a los grandes eventos deportivos, donde cada partido puede dar lugar a anécdotas que perduran en el tiempo.
La búsqueda de la camiseta de Pelé es un reflejo de la pasión que el fútbol despierta en millones de personas alrededor del mundo. Cada vez que se habla de este tema, se revive la emoción de aquel Mundial de 1970, donde Brasil no solo ganó un trofeo, sino que también dejó una huella imborrable en la historia del deporte. La incertidumbre sobre el destino de la camiseta solo añade un capítulo más a la rica narrativa del fútbol, donde cada jugador, cada partido y cada objeto tiene su propia historia que contar.