La historia de Hernán Bermúdez Requena, conocido como El Abuelo o El Comandante H, es un claro ejemplo de cómo la corrupción puede infiltrarse en las instituciones encargadas de la seguridad pública. Desde su llegada a la Secretaría de Seguridad Pública Estatal (SSPE) en Tabasco, Bermúdez Requena no solo asumió un cargo de responsabilidad, sino que también comenzó a construir un imperio delictivo que operaba en las sombras de la ley. Las investigaciones de la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada (Femdo) han revelado un entramado de corrupción y criminalidad que involucra a miembros de la policía estatal y a ex convictos, quienes fueron reclutados para llevar a cabo una serie de delitos que van desde el robo de combustible hasta el tráfico de migrantes.
El modus operandi de Bermúdez Requena era sofisticado y bien estructurado. Según los documentos de la Femdo, utilizaba su posición de poder para coordinar operaciones delictivas desde las instalaciones de la SSPE. A través de su influencia, designaba a agentes policiacos y unidades oficiales para que colaboraran con su banda, conocida como La Barredora. Este grupo criminal se dedicaba a extorsionar a propietarios de gasolineras, obligándolos a vender combustibles robados y a entregar las ganancias a la organización. La corrupción se extendía a lo largo de varios municipios, incluyendo Cárdenas, Nacajuca y Macuspana, donde Bermúdez Requena tenía un control casi absoluto sobre las actividades delictivas.
### La Estructura Criminal de La Barredora
La Barredora no fue la primera organización delictiva en la que participó Bermúdez Requena. Desde diciembre de 2018, había estado involucrado en actividades criminales bajo la dirección de otro capo conocido como El Pelón de Playa. Durante este tiempo, Bermúdez Requena llevó a cabo delitos graves, como el acopio de armas, el robo de hidrocarburo y el secuestro. La Femdo ha documentado que, mientras ocupaba cargos públicos, Bermúdez Requena utilizaba su posición para facilitar estas actividades delictivas.
El ex jefe policiaco no solo se limitaba a coordinar el tráfico de drogas y el robo de combustible; también tenía un sistema de supervisión para garantizar que las operaciones se llevaran a cabo sin contratiempos. Designaba funciones específicas a sus cómplices, quienes eran responsables de la distribución de narcóticos en la región. Esto incluía a individuos como Ulises Pinto Madera y Daniel Hernández Montejo, quienes supervisaban los puntos de venta de drogas, asegurando que el negocio criminal funcionara de manera eficiente.
Además, Bermúdez Requena recibía grandes sumas de dinero en efectivo, que eran recolectadas semanalmente por sus cómplices. Este dinero provenía no solo de las actividades delictivas, sino también del robo de combustible, que era transportado en pipas custodiadas por vehículos de seguridad pública. La organización criminal contaba con oficinas móviles en Villahermosa, donde se mantenían a personas privadas de la libertad, lo que demuestra la brutalidad y el alcance de sus operaciones.
### La Caída de un Imperio Criminal
La caída de Hernán Bermúdez Requena comenzó con la emisión de una orden de aprehensión en su contra, la cual fue girada por la Femdo. Esta orden no solo lo señala a él, sino también a varios de sus cómplices, incluyendo a José del Carmen Castillo Ramírez, conocido como La Rana, quien fue ex comisionado de la policía estatal. La captura de Bermúdez Requena representa un hito en la lucha contra la corrupción y el crimen organizado en Tabasco, un estado que ha sido azotado por la violencia y la impunidad.
Las autoridades han indicado que Bermúdez Requena podría enfrentar una pena de hasta 158 años de prisión, lo que subraya la gravedad de los delitos que se le imputan. Este caso ha puesto de manifiesto la necesidad de una revisión profunda de las instituciones de seguridad pública en México, así como de los mecanismos de control y supervisión que deben existir para prevenir que funcionarios públicos se conviertan en cómplices del crimen organizado.
El impacto de este caso va más allá de la figura de Bermúdez Requena; también plantea preguntas sobre la efectividad de las políticas de seguridad en el país y la capacidad del sistema judicial para hacer frente a la corrupción. La lucha contra el crimen organizado en México es un desafío complejo que requiere no solo de acciones contundentes, sino también de un compromiso real para erradicar la corrupción en todos los niveles de gobierno. La historia de Hernán Bermúdez Requena es un recordatorio de que la lucha por la justicia y la seguridad es una batalla que aún está lejos de ser ganada.