La actividad industrial en México experimentó un retroceso en junio de 2025, marcando una caída del 0.1% en comparación con el mes anterior, según los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Este descenso se produce tras dos meses consecutivos de crecimiento, lo que ha generado preocupación entre analistas y economistas sobre la sostenibilidad del crecimiento industrial en el país. En este contexto, es importante desglosar los factores que han influido en esta disminución y cómo se han comportado las diferentes divisiones de la industria.
La minería, uno de los sectores más relevantes de la actividad industrial, reportó una caída mensual del 1.4%. Este descenso es significativo, ya que la minería es un pilar fundamental de la economía mexicana, contribuyendo de manera importante a las exportaciones y al empleo en diversas regiones del país. Dentro de este sector, la extracción de petróleo y gas también mostró un descenso del 0.5%, mientras que los servicios relacionados con este sector se desplomaron un alarmante 13.6%. Sin embargo, no todo son malas noticias, ya que la producción de minerales metálicos y no metálicos logró un crecimiento del 2.4%, lo que sugiere que hay áreas dentro de la minería que siguen mostrando signos de fortaleza.
Por otro lado, la industria de la construcción también se vio afectada, registrando una disminución mensual del 0.2%. Este sector es crucial para el desarrollo de infraestructura en el país y su retroceso puede tener implicaciones a largo plazo en la economía. Dentro de la construcción, la edificación retrocedió un 0.3%, mientras que los trabajos especializados cayeron un 1.0%. Sin embargo, las obras de ingeniería avanzaron un 1.7%, lo que indica que, a pesar de la caída general, hay segmentos que continúan creciendo y podrían ser clave para la recuperación del sector.
En cuanto a la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, así como el suministro de agua y gas por ductos al consumidor final, también se observó un retroceso mensual del 0.2%. Este comportamiento es preocupante, ya que la energía es un componente esencial para el funcionamiento de la industria y cualquier disminución en su producción puede afectar a otros sectores económicos.
A pesar de estos retrocesos, la industria manufacturera se destacó como la única división que logró un crecimiento en junio, con un aumento del 0.3%. Este crecimiento es notable, ya que se produce en un contexto donde 11 de las 21 actividades que comprenden esta división reportaron retrocesos. Entre las actividades que más cayeron se encuentran la impresión y las industrias conexas, con una disminución del 4.6%, y la fabricación de prendas de vestir, que cayó un 3.3%. Sin embargo, algunas actividades dentro de la manufactura lograron avances significativos, como la fabricación de productos derivados del petróleo y del carbón, que creció un 6.1%, y las industrias metálicas básicas, que aumentaron un 4.9%. Esto sugiere que, aunque hay desafíos, existen áreas dentro de la manufactura que están prosperando y podrían ser fundamentales para la recuperación económica.
A nivel anual, la producción industrial en junio mostró una baja del 0.8%. En términos de sectores, la minería sufrió una caída del 8.5%, mientras que la generación y transmisión de energía eléctrica, así como el suministro de agua y gas natural, disminuyeron un 3.8%. En contraste, la construcción creció un 1.5% y la manufactura tuvo un leve aumento del 0.01%. Estos datos reflejan un panorama mixto, donde algunos sectores están enfrentando serias dificultades, mientras que otros logran mantenerse a flote o incluso crecer.
La situación actual de la actividad industrial en México es un recordatorio de la volatilidad y los desafíos que enfrenta la economía. La combinación de retrocesos en sectores clave como la minería y la construcción, junto con el crecimiento en la manufactura, plantea preguntas sobre la dirección futura de la economía mexicana. Las políticas económicas y las decisiones estratégicas que se tomen en los próximos meses serán cruciales para determinar si el país puede revertir esta tendencia negativa y fomentar un crecimiento sostenible en el futuro.