La jornada electoral en Bolivia ha comenzado con gran expectación, marcando un hito en la historia política del país. Este domingo, los ciudadanos se dirigen a las urnas para elegir al próximo presidente y vicepresidente, así como para renovar el Parlamento para el periodo 2025-2030. Ocho candidatos se disputan el cargo, en un contexto de tensiones internas dentro del oficialismo y cuestionamientos sobre la legitimidad del proceso electoral.
Uno de los principales contendientes es Eduardo del Castillo, exministro y candidato oficial del Movimiento al Socialismo (MAS), quien busca continuar con las políticas implementadas por el actual presidente Luis Arce. Sin embargo, su candidatura no está exenta de controversias, ya que se enfrenta a la oposición del sector ‘evista’, liderado por el expresidente Evo Morales. Morales ha expresado su descontento con el proceso electoral, argumentando que carece de legitimidad y promoviendo el voto nulo como una forma de resistencia política. Según él, un alto porcentaje de votos nulos lo convertiría en el “vencedor moral” de estas elecciones.
La situación económica del país también juega un papel crucial en esta contienda. Del Castillo, a pesar de ser el candidato oficial, enfrenta una baja popularidad debido a la crisis económica que afecta a Bolivia. Su campaña se centra en la estabilidad y en profundizar los programas sociales que han sido pilares del gobierno saliente. En este contexto, la capacidad de Del Castillo para atraer a los votantes será fundamental para su éxito en las urnas.
Por otro lado, Samuel Doria Medina, un empresario y exministro de Planificación, se presenta como el candidato de la oposición de centro-derecha. Encabeza la alianza Unidad y su propuesta se enfoca en la austeridad fiscal y reformas económicas para revitalizar la economía. Doria Medina busca recuperar la confianza de los inversores y fortalecer el sector privado, un enfoque que podría resonar con aquellos ciudadanos preocupados por la situación económica actual.
Otro candidato destacado es Jorge “Tuto” Quiroga, expresidente de Bolivia y líder de la alianza Libre. Quiroga, con una amplia experiencia en la administración pública, propone atraer inversión extranjera y fomentar la transparencia en la gestión pública. Su estrategia se basa en diferenciarse de los extremos del espectro político, buscando un enfoque más moderado que podría atraer a votantes indecisos.
Los recintos electorales abrieron a las 08:00 hora local y funcionarán durante ocho horas, cerrando a las 16:00. Con más de 7.5 millones de personas habilitadas para votar, la jornada electoral es supervisada por más de 204,000 jurados en 34,000 mesas electorales. El presidente en funciones del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Óscar Hassenteufel, ha destacado la importancia de este proceso, no solo por las decisiones que se tomarán, sino también porque coincide con la celebración del bicentenario de la independencia de Bolivia.
Hassenteufel también ha reconocido las dificultades que han surgido en la preparación de estas elecciones, comparándolas con las de 2020, que se llevaron a cabo en medio de la pandemia de COVID-19 y tensiones políticas. A pesar de los desafíos, el TSE ha reafirmado su compromiso de llevar a cabo unas elecciones justas y transparentes, con la implementación del Sistema de Transmisión de Resultados Preliminares (Sirepre) para evitar denuncias de fraude.
La participación de misiones internacionales de observación electoral, como las de la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos, añade un nivel de supervisión que busca garantizar la transparencia del proceso. Sin embargo, el TSE ha emitido recomendaciones a los votantes, sugiriendo que eviten llevar teléfonos celulares al momento de votar, en respuesta a denuncias de coerción en algunas instituciones estatales.
El sistema electoral boliviano establece que para ganar en primera vuelta, un candidato debe obtener más del 50% de los votos o al menos el 40% con una diferencia de diez puntos sobre el segundo. Esta regla podría complicar la situación para los candidatos, especialmente en un contexto donde las divisiones políticas son evidentes y la desconfianza hacia el proceso electoral persiste.
La jornada electoral de hoy no solo es un momento decisivo para el futuro político de Bolivia, sino que también refleja las tensiones y divisiones que han caracterizado al país en los últimos años. Con un electorado ansioso por cambios y soluciones a los problemas económicos, la capacidad de los candidatos para conectar con los votantes y presentar propuestas viables será crucial en este proceso electoral.