La Copa del Mundo de 2026 se perfila como uno de los eventos deportivos más esperados a nivel global, pero también ha suscitado preocupaciones significativas en torno a la seguridad y el bienestar de los aficionados. Recientemente, defensores de los derechos civiles y de los inmigrantes han hecho un llamado a la FIFA para que garantice un entorno seguro y libre de operativos migratorios durante el torneo. Esta demanda surge tras denuncias sobre la presencia de agentes de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU.) en eventos deportivos, lo que ha generado un clima de miedo entre los aficionados y ha afectado la asistencia a los partidos.
La situación se ha vuelto crítica, especialmente después de los incidentes ocurridos durante el Mundial de Clubes, donde se reportó la presencia de agentes federales en los estadios. Activistas, como Yareliz Méndez del American Friends Service Committee, han expresado su preocupación, afirmando que los aficionados deben poder disfrutar del fútbol sin temor a ser detenidos. En una rueda de prensa celebrada frente a la sede de la FIFA en Miami, Méndez demandó que no haya presencia de ICE en el Mundial de 2026, enfatizando que los aficionados están allí para disfrutar del deporte, no para ser testigos de operativos migratorios.
La asistencia a los partidos del Mundial de Clubes ha sido un reflejo de este clima de incertidumbre. Según Thomas Kennedy, de la Coalición de Inmigrantes de Florida, algunos boletos se han vendido a precios irrisorios, pero los estadios aún se encuentran semivacíos. Esto pone de manifiesto cómo el miedo a la detención puede influir en la decisión de los aficionados de asistir a eventos deportivos. La preocupación por la seguridad se ha intensificado, y los activistas advierten que si no se toman medidas, el Mundial de 2026 podría convertirse en un evento marcado por el caos y la desconfianza.
La política migratoria actual, impulsada por la administración del presidente Donald Trump, ha generado una mala imagen para el país, especialmente en el contexto de un evento tan importante como la Copa del Mundo. Los activistas han denunciado la construcción de un nuevo centro de detención migratoria en los Everglades, conocido como ‘Alligator Alcatraz’, que ha desviado la atención de los eventos deportivos hacia cuestiones de derechos humanos. Este megaproyecto ha sido criticado por su costo y por el impacto que tendrá en la comunidad local, y se ha convertido en un símbolo de la lucha por los derechos de los inmigrantes.
Los organizadores del Mundial de 2026 tienen la responsabilidad de garantizar que todos los asistentes, tanto aficionados como trabajadores, puedan disfrutar del evento sin temor a represalias. Paul Christian Namphy, representante de Family Action Network Movement, ha exigido a la FIFA que emita una garantía pública de protección para todos los involucrados. La falta de acción por parte de las autoridades locales, como la alcaldesa de Miami-Dade, Daniella Levine Cava, ha sido criticada por los activistas, quienes consideran que su silencio ante las operaciones migratorias es un fracaso en su liderazgo.
La presión sobre la FIFA para que actúe es cada vez mayor. Los activistas han dejado claro que si la organización no toma medidas para proteger a los aficionados, podría enfrentar consecuencias significativas, tanto en términos de reputación como de asistencia. El documentalista Billy Corben, quien ha apoyado a las organizaciones activistas, advirtió que permitir la entrada de ICE a los estadios podría resultar en pérdidas económicas y en un daño irreparable al espíritu del evento.
La situación actual plantea un dilema importante para la FIFA y los organizadores del Mundial de 2026. La necesidad de garantizar un ambiente seguro y acogedor para todos los aficionados es fundamental para el éxito del torneo. La presión de los activistas y la comunidad en general podría influir en las decisiones que se tomen en los próximos meses. A medida que se acerca la Copa del Mundo, la atención se centrará no solo en el fútbol, sino también en cómo se manejan las cuestiones de derechos humanos y seguridad en el contexto de un evento de tal magnitud. La FIFA se enfrenta a un reto significativo: equilibrar la celebración del deporte con la protección de los derechos de todos los asistentes, asegurando que el Mundial de 2026 sea recordado como un evento inclusivo y seguro para todos.