El icónico Ozzy Osbourne, conocido como el Príncipe de las Tinieblas, se despidió de los escenarios en una ceremonia memorable que reunió a miles de fanáticos y a algunas de las bandas más influyentes del metal. Este evento, titulado «Back to the Beginning», se llevó a cabo en el Villa Park de Birmingham, Inglaterra, y marcó el cierre de una carrera que abarcó más de cinco décadas. La atmósfera estaba cargada de emoción y nostalgia, mientras los asistentes celebraban la vida y legado de un artista que ha dejado una huella indeleble en la música.
La presentación de Ozzy fue un espectáculo visual y sonoro. Sentado en un trono oscuro, adornado con imágenes de murciélagos, el cantante hizo su entrada al ritmo de los coros de «Carmina Burana», un preludio que estableció el tono solemne y épico de la noche. A pesar de su diagnóstico de Parkinson, que le ha limitado la movilidad, su voz se mantuvo intacta, resonando con fuerza y pasión. Al dirigirse a la multitud, exclamó: «¿Están listos? ¡Que empiece la locura!», lo que desató una ovación ensordecedora de los más de 40,000 asistentes.
Durante su actuación, Ozzy interpretó clásicos como «I don’t know», «Mr. Crowley» y «Suicide solution», acompañado por una alineación de músicos talentosos que incluyó a Tommy Clufetos, Mike Inez, Adam Wakeman y Zakk Wylde. En un momento emotivo, agradeció a sus seguidores por su apoyo incondicional, especialmente tras haber estado alejado de los escenarios durante seis años debido a su enfermedad. La conexión entre el artista y su público fue palpable, y los coros de «Ozzy, Ozzy, Ozzy» resonaron en el aire, creando una atmósfera de camaradería y celebración.
El evento no solo fue un homenaje a Ozzy, sino también a su banda fundacional, Black Sabbath. Después de su actuación en solitario, el ícono fue acompañado por los miembros originales de la banda: Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward. Este reencuentro, que no se había producido en dos décadas, fue uno de los momentos más esperados de la noche. Juntos, interpretaron clásicos como «War pigs», «Iron man» y la emblemática «Paranoid», cerrando así un capítulo significativo en la historia del rock.
La jornada del festival comenzó temprano, a las 8:00 horas, y contó con la participación de más de diez bandas, incluyendo a gigantes del metal como Metallica, Pantera y Tool. El evento fue conducido por el actor Jason Momoa, quien se unió a la energía del público y se dejó llevar por la música. A pesar de algunos problemas técnicos durante la transmisión, como fallos de audio y congelamientos de video, la emoción de los asistentes no se vio afectada. La celebración de la música y el legado de Ozzy Osbourne prevaleció sobre cualquier inconveniente.
Uno de los momentos más destacados del festival fue la colaboración de leyendas del rock, como Steven Tyler de Aerosmith, Ronnie Wood de The Rolling Stones, Rudy Sarzo de Quiet Riot y Travis Barker de Blink-182. Juntos, tocaron clásicos que resonaron con los fanáticos, creando un ambiente de camaradería y respeto por la influencia de Ozzy en la música. Este tributo no solo celebró su carrera, sino que también unió a generaciones de músicos y fanáticos que han crecido con su música.
A lo largo de la noche, las bandas rindieron homenaje a Ozzy y a Black Sabbath, interpretando versiones de sus clásicos. Guns N’ Roses, aunque con un Axl Rose cuya voz ya no es la misma, ofreció su propia versión de «Sabbath bloody Sabbath», mientras que Metallica incluyó «Hole in the sky» y «Johnny Blade» en su setlist. La diversidad de estilos y la pasión compartida por la música crearon un ambiente único que resonó en el corazón de todos los presentes.
El evento culminó con un emotivo homenaje a Diogo Jota, un jugador de fútbol profesional que había fallecido recientemente en un accidente vehicular. La imagen de Ozzy en las pantallas, junto con el tributo a Jota, recordó a todos los asistentes la fragilidad de la vida y la importancia de celebrar cada momento.
La despedida de Ozzy Osbourne no solo marcó el final de una era, sino que también dejó un legado que perdurará en la memoria colectiva de los fanáticos del rock. Su influencia en la música y la cultura popular es innegable, y su última actuación fue un testimonio de su impacto duradero. A medida que el telón se cierra sobre su carrera, los ecos de su música seguirán resonando en los corazones de aquellos que han sido tocados por su arte.
