La leucemia infantil es una de las formas más devastadoras de cáncer que afecta a los niños, y en México, miles de pequeños luchan cada día contra esta enfermedad. Entre ellos se encuentran Renata y Kendra, dos niñas que, a pesar de las adversidades, muestran una fortaleza admirable en su camino hacia la recuperación. Sus historias son un reflejo de la lucha que enfrentan muchos niños y sus familias en el país.
### La lucha de Renata: Un viaje de esperanza y resiliencia
Renata Méndez, originaria de Tepalcingo, Tlaxcala, fue diagnosticada con leucemia linfoblástica aguda a la edad de 10 años. Desde entonces, su vida ha estado marcada por tratamientos intensivos y hospitalizaciones prolongadas. A lo largo de los años, ha enfrentado múltiples recaídas y ha tenido que someterse a más de 150 semanas de quimioterapia. Su madre, Verónica Sosa, recuerda el momento en que recibieron el diagnóstico: «Nos dijeron que era reflujo», pero la realidad era mucho más grave.
La enfermedad no solo ha afectado su salud física, sino también su bienestar emocional. Renata ha experimentado el aislamiento y la ansiedad que conlleva estar alejada de su hogar y de sus amigos. «No puede salir al jardín. No puede ver a sus pocos amigos. No puede estudiar», explica Verónica, quien ha dejado todo para estar al lado de su hija. La lucha de Renata es diaria; ha tenido que aprender a lidiar con la depresión y la tristeza que surgen de su situación. Sin embargo, su espíritu sigue siendo fuerte. A pesar de las dificultades, ha logrado terminar la secundaria en línea y sueña con estudiar ecoturismo.
El camino hacia la recuperación de Renata dio un giro inesperado cuando se le ofreció la posibilidad de un trasplante de médula ósea. Después de un año de preparación, el 25 de febrero de 2025, recibió el trasplante, donado por su padre. Ahora, su lucha se centra en mantener el injerto y fortalecer su sistema inmunológico, que sigue siendo frágil. A pesar de las adversidades, Renata continúa mostrando una tenacidad admirable, recordando que la vida no está garantizada, pero que cada día es una nueva oportunidad para luchar.
### Kendra: La chef en formación
A más de 300 kilómetros de distancia, en Poza Rica, Veracruz, Kendra Nahomy Luna, de solo 10 años, también enfrenta su propia batalla contra la leucemia. Su historia comenzó con un dolor en la espalda que fue ignorado hasta que se volvió insoportable, lo que la llevó a dejar de caminar. Diagnosticada en marzo de 2024 con leucemia linfoblástica aguda tipo B, Kendra ha tenido que lidiar con fracturas vertebrales y un tratamiento que ha sido tanto un desafío como una esperanza.
A diferencia de Renata, el caso de Kendra fue considerado de bajo riesgo, pero el daño ya estaba hecho. La enfermedad le causó fracturas en varias vértebras, lo que la llevó a estar atada a un corsé durante meses. Sin embargo, su espíritu nunca se ha quebrantado. A medida que avanzaba en su tratamiento, Kendra comenzó a recuperar su movilidad y, con ello, su alegría. «Antes de enfermarme era una niña feliz. Empecé a madurar, a volverme más fuerte», reflexiona.
Kendra ha encontrado consuelo en la cocina, donde sueña con convertirse en chef. «Hacer comida me hace feliz, siento amor», dice con una sonrisa tímida. A pesar de las dificultades, asiste a la escuela en la Casa de la Amistad, donde recibe apoyo emocional y educativo, así como su tratamiento de quimioterapia. Su madre, Crissel Amid Cerón, ha luchado por mantener unida a la familia mientras enfrenta los desafíos de la enfermedad de su hija. «Aquí hay días difíciles, pero también hay días de alegría, de juego, de resistencia», comenta.
### El papel de Casa de la Amistad
Ambas familias han encontrado un refugio invaluable en Casa de la Amistad, una organización sin fines de lucro que ha apoyado a más de 13,000 niños y adolescentes con cáncer en México desde 1990. Esta institución proporciona hospedaje, alimentación, transporte y apoyo emocional a los pacientes y sus familias que vienen de diferentes estados del país. Mónica Peimbert Díaz, directora operativa de Casa de la Amistad, explica que el objetivo es ofrecer un entorno seguro y de apoyo para los niños en tratamiento.
La Casa de la Amistad no solo cubre los gastos de transporte y alojamiento, sino que también brinda atención psicológica y terapias complementarias. Esto es crucial, ya que el desgaste emocional de las familias es inmenso. «No sabemos si nuestros hijos van a amanecer o no», comparte Verónica, la madrastra de Renata. La detección temprana de la enfermedad es fundamental para aumentar las probabilidades de supervivencia, pero lamentablemente, muchos diagnósticos en México son tardíos.
El costo de los tratamientos es elevado, y Casa de la Amistad trabaja arduamente para garantizar que los niños reciban la atención que necesitan. «Cada tratamiento integral por niño nos cuesta 150,000 pesos en promedio», señala Peimbert Díaz. La organización también ha comenzado a apoyar a jóvenes de 18 a 21 años, quienes enfrentan desafíos similares en su lucha contra el cáncer.
En Casa de la Amistad, los niños pueden continuar su educación y recibir apoyo emocional mientras enfrentan su tratamiento. La organización ha creado un ambiente que simula la dinámica del hogar y del hospital, ayudando a los niños a lidiar con sus miedos y dudas. A lo largo de los años, han logrado ayudar a muchos jóvenes a construir un futuro, convirtiéndose en médicos, maestros y profesionales en diversas áreas.
Las historias de Renata y Kendra son solo dos ejemplos de la valentía y la resiliencia que muestran los niños que enfrentan el cáncer en México. A través de su lucha, nos recuerdan la importancia de la esperanza, el apoyo y la comunidad en la batalla contra esta enfermedad devastadora.