La Capilla Sixtina, un lugar emblemático del Vaticano, se convierte en el escenario central del Cónclave 2025, donde 133 cardenales de diversas partes del mundo se reúnen para elegir al nuevo Papa. Este evento, que se lleva a cabo en un ambiente de total secreto, es crucial para la Iglesia Católica, ya que define al sucesor de San Pedro. A continuación, exploraremos cómo se desarrolla este proceso de votación y los rituales que lo acompañan.
### El Ritual Previo al Voto
Antes de que los cardenales emitan su voto, se lleva a cabo un ritual que incluye una misa y una procesión. Este ritual es fundamental, ya que establece el tono espiritual del Cónclave y reafirma la importancia de la confidencialidad en el proceso. Durante esta ceremonia, los cardenales realizan un juramento de secreto, comprometiéndose a no revelar detalles sobre las deliberaciones y decisiones que se tomen durante el Cónclave.
Una vez que se ha completado el ritual, se cortan todas las telecomunicaciones en la Plaza de San Pedro y en el Vaticano. Esta medida busca evitar cualquier filtración de información al exterior, asegurando que el proceso de votación se mantenga en la más estricta privacidad. La única forma en que el mundo exterior conocerá el resultado de la elección será a través del humo que emana de la chimenea de la Capilla Sixtina, que se tornará blanco o negro dependiendo del resultado de la votación.
### El Proceso de Votación
La votación en el Cónclave se realiza mediante papeletas que los cardenales utilizan para expresar su elección. Cada cardenal recibe una papeleta que lleva la inscripción en latín: ‘Eligo in summen pontificem’, que significa ‘elijo como Sumo Pontífice’. En esta papeleta, los cardenales escriben el nombre de su candidato, el cual consideran el más adecuado para liderar la Iglesia.
Una vez que todos los cardenales han votado, cada uno coloca su papeleta en una urna ovalada, elaborada en plata y oro. Para garantizar la transparencia y la validez del proceso, se eligen al azar a tres cardenales que actuarán como escrutadores. Estos cardenales son responsables de leer en voz alta el contenido de cada papeleta, lo que permite llevar un conteo preciso de los votos.
Si el número de votos coincide con el número de cardenales que han votado, se seleccionan otros tres cardenales para verificar el conteo. Sin embargo, si hay discrepancias o si se detecta que alguna papeleta ha sido manipulada, la votación se repite. En este caso, las papeletas se destruyen en una estufa de hierro fundido, que ha sido utilizada desde 1939 para este propósito.
Para evitar que las papeletas se repitan o sean manipuladas, cada una de ellas es perforada en el momento en que se lee en voz alta. Esta perforación se realiza con una aguja a través de la palabra ‘Eligo’, y posteriormente, las papeletas se atan con un hilo para ser apartadas. Este meticuloso proceso asegura que cada voto sea único y que el resultado final sea legítimo.
Una vez que se ha completado el conteo de votos, las papeletas se colocan en la estufa, donde se añade un químico que determina el color del humo. Si el humo es blanco, significa que se ha elegido un nuevo Papa, marcando un momento histórico para la Iglesia Católica y sus fieles en todo el mundo. En caso de que el humo sea negro, indica que no se ha alcanzado un consenso y que se deberá continuar con las votaciones hasta que se logre elegir al nuevo líder espiritual.
El Cónclave 2025 no solo es un evento religioso, sino también un momento de gran expectación para millones de católicos alrededor del mundo. La elección del nuevo Papa es un proceso que simboliza la continuidad y la renovación dentro de la Iglesia, y cada detalle del mismo es observado con atención por los fieles y los medios de comunicación. La Capilla Sixtina, con su impresionante arte y su historia, se convierte en el testigo silencioso de este trascendental momento, donde la fe y la tradición se entrelazan en un ritual que ha perdurado a lo largo de los siglos.