La vida de Ari Telch ha dado un giro significativo desde que decidió dejar atrás el bullicio de la Ciudad de México y mudarse a Cuernavaca. En esta ciudad, el actor ha encontrado un refugio que le ha permitido reconectar con su esencia y lidiar con su diagnóstico de bipolaridad. En una reciente entrevista, Telch compartió sus reflexiones sobre la soledad, la paz y su carrera en el teatro, así como su compromiso con la salud mental.
La búsqueda de la serenidad en Cuernavaca
Ari Telch, conocido por su papel en telenovelas icónicas como «Mirada de mujer», ha estado viviendo en Cuernavaca durante seis años. En este entorno más tranquilo, ha encontrado un ritmo de vida que favorece su bienestar mental. «La soledad es adictiva, pero también peligrosa», reflexiona el actor. «Una vez que te das cuenta de cuánta paz hay en ella, no quieres lidiar con nadie; y yo he encontrado mucha paz».
Telch, quien ha cambiado de residencia más de 30 veces en la CDMX, decidió que era hora de buscar un nuevo estilo de vida. «Luego de un periodo de trabajo muy fuerte, dije: ‘yo ya no quiero este ruido, no quiero este tráfico, voy a buscar otra forma de vivir’», explica. Su rutina diaria incluye cuidar de sus plantas, jugar con sus gatos y disfrutar de la lectura, todo ello en un ambiente que él describe como terapéutico.
La vida en Cuernavaca le ha permitido a Telch reflexionar sobre lo que realmente importa. «Uno aprende a valorar lo realmente importante. De joven quieres lujos y viajes, pero con el tiempo entiendes que la paz está en disfrutar lo que tienes». Esta nueva perspectiva ha sido fundamental para su salud mental, especialmente después de recibir un diagnóstico de bipolaridad en 2002, tras una crisis durante un viaje a Brasil.
Transformando la bipolaridad en arte
El diagnóstico de bipolaridad fue un punto de inflexión en la vida de Telch. En lugar de ocultar su condición, decidió abordarla con honestidad y humor. «Trato de ver con humor mi condición, porque ahora comprendo qué sucede con mi mente; eso me permite disfrutar más las cosas cotidianas y el escenario». Esta actitud positiva se refleja en su trabajo en el teatro, donde ha encontrado un espacio para explorar su creatividad y compartir su experiencia con el público.
Su monólogo «D’Mente» es un claro ejemplo de cómo ha transformado su lucha personal en arte. A través de este espectáculo, Telch aborda los trastornos mentales con ironía y ternura, desmontando prejuicios y promoviendo la importancia de la salud mental. «Tenemos que hablar de esto, porque nadie nos enseñó. Hay que educar a la sociedad, al sector salud y a nuestras familias para entender que el cerebro también se enferma, igual que cualquier otro órgano».
El teatro ha sido un refugio constante para Telch a lo largo de su carrera. Desde sus inicios en el escenario, ha mantenido una relación cercana con el arte dramático, participando en producciones que han desafiado tabúes y han explorado temas complejos. Su papel en «La tarea», donde compartió un desnudo con María Rojo, es un ejemplo de su valentía y compromiso con la autenticidad en el arte.
La conexión con el público y el futuro
A pesar de su éxito en la televisión, Telch considera que el teatro es su espacio más honesto. «En el teatro yo he encontrado, desde siempre, un gran placer; además, es terapéutico per se, porque tienes la tarea de ser un niño con un personaje y salir a jugar dos horas». Esta conexión con el público es fundamental para él, y a medida que se acerca a su próxima presentación en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, se siente emocionado por la oportunidad de compartir su arte.
A sus 63 años, Telch disfruta de la tranquilidad que le ofrece Cuernavaca. «Ahorita estuve como seis semanas sin hacer nada, más que ejercicio, cuidándome a mí y mi alimentación, leyendo, viendo el futbol, pasándola muy bien… Luego doy función y regreso a mi casa; entonces, mientras me vaya bien, todo a gusto». Esta filosofía de vida refleja su compromiso con el autocuidado y la búsqueda de un equilibrio que le permita seguir disfrutando de su pasión por el teatro.
La vida de Ari Telch es un testimonio de resiliencia y transformación. Al compartir su experiencia con la bipolaridad y su amor por el teatro, no solo ha encontrado su propia paz, sino que también ha inspirado a otros a hablar abiertamente sobre la salud mental. Su historia es un recordatorio de que, a pesar de los desafíos, siempre hay espacio para la esperanza y la creatividad en nuestras vidas.
