La situación en Gaza se ha vuelto crítica, especialmente para los más vulnerables: los niños. Según informes recientes de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), un alarmante tercio de los niños en el norte de Gaza y en la ciudad de Gaza sufren de desnutrición severa. Esta crisis no es solo un problema de salud, sino un reflejo de un conflicto prolongado que ha dejado a la población palestina en condiciones extremas de vulnerabilidad. Philippe Lazzarini, jefe de la UNRWA, ha declarado que muchos de estos niños no sobrevivirán si la situación no mejora rápidamente. La comunidad internacional se enfrenta a un desafío urgente: cómo abordar esta crisis humanitaria que se ha intensificado en los últimos meses.
**Impacto del Conflicto en la Nutrición Infantil**
Desde el final de un alto el fuego en marzo, la situación nutricional en Gaza ha empeorado drásticamente. Lazzarini ha señalado que la tasa de desnutrición severa ha aumentado seis veces desde ese momento. La población, ya debilitada por casi dos años de conflicto armado, se enfrenta a un hambre devastadora. La ONU ha reportado que más de 200 personas han muerto de hambre en este periodo, y se anticipa que esta cifra aumentará si no se toman medidas inmediatas. La situación es aún más crítica para los niños, quienes son los más afectados por la falta de alimentos y atención médica adecuada.
La hambruna en Gaza ha sido descrita como «construida, fabricada y deliberada», lo que implica que las condiciones actuales son el resultado de decisiones políticas y militares. Lazzarini ha enfatizado que los alimentos se han convertido en un instrumento de guerra, lo que agrava aún más la crisis humanitaria. La falta de acceso a alimentos básicos y la imposibilidad de desplazarse para obtener ayuda han llevado a una situación desesperante para muchas familias.
**Desafíos en la Distribución de Ayuda Humanitaria**
La distribución de alimentos y otros recursos esenciales en Gaza se ha vuelto extremadamente complicada. La Fundación Humanitaria para Gaza (FHG), que opera con financiación de Estados Unidos, ha sido criticada por su enfoque en la distribución de alimentos. Lazzarini ha informado que cientos de palestinos han perdido la vida mientras intentaban acceder a alimentos en los puntos de distribución de la FHG. En contraste, durante el periodo de alto el fuego, la UNRWA gestionaba 400 centros de distribución, donde la situación era relativamente más segura para los beneficiarios.
La FHG ha sido acusada de excluir a las personas más vulnerables, aquellas que no pueden caminar largas distancias bajo condiciones climáticas adversas. Esto ha llevado a que muchas familias no puedan acceder a la ayuda que necesitan, lo que agrava aún más la crisis de desnutrición. Lazzarini ha advertido que la FHG no es una agencia humanitaria, sino una entidad compuesta por mercenarios bien remunerados, lo que plantea serias dudas sobre la efectividad de su labor en la región.
A pesar de los desafíos, la UNRWA continúa operando en Gaza, brindando atención médica primaria y gestionando servicios esenciales como el acceso a agua potable y la recolección de desechos. Con más de 12,000 empleados trabajando en condiciones difíciles, la agencia se esfuerza por ofrecer apoyo a la población afectada. Sin embargo, la falta de recursos y el constante ataque a su credibilidad por parte de Israel complican aún más su labor.
La crisis humanitaria en Gaza es un recordatorio de la necesidad urgente de una solución pacífica al conflicto. La comunidad internacional debe prestar atención a las voces de quienes sufren las consecuencias de esta guerra, especialmente los niños que son el futuro de la región. La desnutrición infantil no es solo un problema de salud pública, sino un indicador de la falta de derechos humanos y dignidad que enfrenta la población palestina en su lucha diaria por la supervivencia.